Practice || Acacia M. Köhler

Amelie hacia mucho tiempo que había aprendido a forzar cerraduras aunque nunca había pensado que las puertas el auditorio estuvieran cerradas. Luego de un par de maldiciones, logro abrirla y colarse en la oscura habitación luego de prender la mayoría de las luces se subió al escenario y saco su violín junto con su arco. Tenia que aprender la canción de Vivaldi "Storm", era una canción bastante difícil pero tenia que aprenderla si quería entrar al conservatorio de Canadá. Esta también era la causa por la cual había entrado a danza este año, odiaba bailar pero no tenia de otra si quería entrar al conservatorio.

Se paro justo en medio del escenario, ya no necesitaba partituras hacia mucho tiempo que se había aprendido la canción, por ahora no haría los pasos es bastante difícil bailar y tocar el violín al mismo tiempo; solo tocaría.

-¡Maldición!-Rugió cuando un horrible chillido salio de su violín, quería tirarlo al piso y romperlo pero eso significaba que perdería su violín por el resto del verano. Escucho que la puerta forzada se abría, Amelie alzo la vista y se encontró con la mirada atenta de otra persona.-¿Quien eres?

Si de entrar sin permiso se trataba, Acacia era una de las más expertas, luego de que la sacaran de la sala de profesores, tuvo un poco de consideración al no desperdiciar el lugar en que se encontraba para ver donde más se metía en problemas. Fue directo al auditorio, de donde provenían ciertos chillidos encantadores que de cierto modo pudieron hacerle comprender distintas cosas con relación a la elegancia alemana que siempre había llevado con ella.

La cerradura forzada indicaba que alguien se había entrometido en aquel lugar para hacer de las suyas a solas, se sintió estorbosa y algo tímida al entrar y encontrarse con aquella chica que se veía molesta porque el aparato no sonaba del todo bien, se acercó a ella con cara inmutable, su mirada atenta y demás virtudes corteses que tenía para luego presentarse. – Me llamo Acacia ¿y tú?– pregunto sin más siendo así la posibilidad de poder conocer a alguien. Se fijó en aquel instrumento de finas cuerdas que la contraria tenía en su mano para luego señalarlo – Que bonito. – sacudió un poco su cabeza para luego rascar su nunca y volverse a dirigir a ella en un intento de hablar y poner un tema de conversación. – Tocabas ‘Storm’ ¿no?,  Me encanta vivaldi. – Y aunque no lo demostrara, aquella practica de riqueza y cultura la había llevado siempre, tanto así que había renunciado a todo lo comúnmente americano para centrarse en su país de origen con las creencias y virtudes que había inculcado su padre en ella.