Like The Cigarettes Hurts | Jean-Luc Biloideao

La joven se levantó lentamente de su cama para luego dirigirse a darse una ducha y vestirse para salir a explorar un poco. Acomodo su cabello rosa y luego puso un poco de maquillaje en su cara para terminar por ponerse un poco de loción y salir de la cabaña con las manos en los bolsillos mientras observaba su alrededor con cara inmutable dirigiéndose a los jardines, pensó que el aire fresco le vendría bien, tratándose de una persona fumadora por excelencia, acostumbrada a apreciar humaradas con olor a menta en cualquier parte. Cosa que nunca le faltaba en cuanto a cigarrillos se trataba, tanta era su adicción que nunca le faltaban su cajetilla de cigarros y su encendedor en su bolsillo.

No pudo evitar levantar una ceja en cuanto se sentó sobre un libre campo rodeado de plantes mientras miraba a los campistas ir de un lado a otro, el sentirse invisible en ciertos momentos le agradaban, era como si le dieran un respiro para poder analizar sus propios pensamientos en cuanto a una reflexión un tanto estúpida.

Decidida y algo aburrida decidió levantarse y luego empezar a caminar por todo el jardín mientras se retractaba en varios intentos de sacar un cigarrillo y darle una calda por más corta que fuera; Pensó que su fuerza de voluntad era más grande que ella cuando en realidad era al contrario. Camino tratando de distraer su mente corrompida esperando un buen momento para alejarse un solo momento de la idea de socializar, puso su mano en su frente con brusquedad mientras prácticamente se tapaba los ojos, frustrada, sin darse cuenta puso un pie adelante del otro enredándose en sus mismos miembros mientras su cuerpo caía sobre el de otra persona, se levantó rápidamente y alboroto un poco su cabello mientras ayudaba a levantar al contrario con la otra mano.  –Lo siento, tapaba mis ojos mientras caminaba– dijo finalmente en un intento de disculpa, simplemente esperando que él se lo tomara bien, no tenía ánimos para ponerse de pelea con cualquiera.

El aburrimiento inundaba mi mente y aún no encontraba alguien con quien hablar o hacer algo, aunque estaba seguro que sería un verano genial no entendía que pasaba con los campistas del verano pasado con quienes había tenido momentos de locura, tal vez había llegado muy rápido al campamento solo esperaba que pronto llegara alguien conocido.

Para abrir un poco mi mente a lo asombroso me adentré en el Jardín exterior del campamento donde el paisaje verde, los pájaros cantando y las mariposas rondando llamaban mi atención cual paraíso ideal para cualquier persona, donde las paz reinaba y el oxigeno puro ingresaba a refrescar los pulmones. Mientras miraba distraído cierta persona se me vino encima hasta el punto de perder mi equilibrio y caer para atrás sentado, lo primero que pude ver fue una cabellera rosada así que de seguro sería una chica quien después de pararse ella y extenderme la mano para ponerme de pie me pidió disculpas - No hay lio lindura a cualquiera le puede pasar, antes todo un placer que alguien como tu se hubiera encimado en mi. - sabía que era una respuesta coqueta pero mi forma de ser era así, solo esperaba que no confundiera - y bueno disculpa mi groceria - extendí mi mano para estrecharla y continué - mucho gusto, Jean-Luc todo un placer conocerte, seguro generaré envidias - y sonreí

Acacia se concentró en la mirada del chico, de veras lamentaba el hecho de que el tuviera que soportar su peso por más corto que fuera el momento. Aunque su respuesta  sonó a algo sexoso no pudo evitar sonreír ante lo que parecía ser un cumplido luego se disculpó en un intento de reparar el daño pero la primera impresión siempre es la que cuenta ¿no? – Descuida – Fue lo único que le me ocurrió para dejar las cosas en calma. Estrecho su mano mientras escuchaba su nombre, levanto sus cejas y luego frunció sus labios para luego dejar su rasgo tal y como estaba al principio – Soy Acacia, Puedes decirme Cassie o Cacia, por más ridículo que suene quitarle una letra a mi nombre – dijo bromeando y burlándose de sí misma. – No creo, generarías más envidias con esa planta que conmigo – dije mientras señalaba una bella dalia de color purpura.

Sonrió algo tímida ante la presencia del castaño, sonrió de lado y volvió a dirigir la mirada a la planta anterior. Suspiro y se balanceo de atrás hacia adelante y luego volvió directo a la mirada del contrario. – Y dígame, ¿Qué hace un caballero como usted esperando que pelirrosas le caigan encima? – pregunto con cordialidad y con el típico sentido del humor que había desarrollado en su corta vida.

- que hermoso nombre, tal vez deberías regalármelo me gustan las cosas únicas para mi - no entendía que me pasaba pero eran las palabras de picardia que primero se me pasaban por la mente tenía esa neurona alborotada pero solo lo hacía por simpatizar más que por buscar un mal entendido o mucho menos una persona que se tomara el cuento en realidad. La apariencia de la chica era más bien de toma pelo así que seguro nos entenderíamos muy bien. En ese momento interrumpió mis pensamientos con aquello de la envidia, solo miré la planta y continué - No te negaré que la planta está bonita pero ¿sera que si podrá generar envidia? y sabes que es lo mejor del caso que la planta no es tan hermosa como tú así que creo que esa comparación se cayo - y reí volviendo a sus ojos mirándola fijamente.

Solo pasó un par de segundos mirándola cuando se interrumpió el momento con el llamado de mi celular, extendí mi mano hasta el bolsillo del pantalón y sin pensarlo ni mirar quien era lo colgué y de nuevo lo guardé - Bueno tu mismo lo haz dicho, solo esperaba que tal vez el destino me condujera hacía una chica hermosa y despampanante y no pudo ponerme a nadie mejor que tu -

Sonrió mientras escuchaba al joven hablar con cierta burla, nada raro para ella, acostumbrada ya estaba. – Pues si quieres tómalo, pero búscate tus apodos – dijo riéndose. El joven se veía simpático, se veía que amaba hacerse el chistoso, casi parecido a Acacia, si no fuera por su carácter infantil y “tierno”, sería una chica genial. Con relación a la planta no había mucho que decir, si bien eran sus flores favoritas aquella explicación comparativa que había dado detalladamente Jean-Luc, había logrado que se sintiera superior, superior a una planta. Escucho su teléfono sonar y no dudo en fruncir el entrecejo con una sonrisa en su boca, luego arqueo una ceja y lo miro fijamente al ver que el joven había colgado sin siquiera ver el aparato. –Puede ser importante- dijo mientras señalaba su bolsillo, el mismo donde había guardado su celular.

Se sentó en el piso observado las aves que volaban por encima de ellos y luego suspiro para mirarlo con una sonrisa en sus labios. –Créeme, me dejas sin palabras – dijo mientras arqueaba una ceja, no muchos chicos trataban con ella de ese modo, pero aun así, nadie ha logrado hacerla sonrojar tan repentinamente en una situación como esta. Miro a su alrededor mientras esperaba algún tipo de respuesta  o reacción del contrario, volviendo su vista a las flores que tantos recuerdos le traían.